El vanguardista Centro Pompidou es uno de los monumentos más original y visitado de la ciudad. Construido en acero y cristal, con tubos de rayas de colores y escaleras que se enroscan como serpientes, el edificio parece una fantasía futurista. El mirador de la última planta tiene unas vistas estupendas. El área que rodea al Centro también merece una visita para pasear. En la espaciosa plaza que hay justo fuera se concentran mimos y malabaristas, que distraen a los visitantes que hacen cola. En el día de hoy, quizás por ser demasiado temprano, no había animación, pero sí nos entretuvimos en las tiendas de souvenirs que hay enfrente, ya que tenían muchos artículos curiosos y buenos precios. Pero sobre todo nos quedamos admirando y fotografiando la fuente contemporánea de Stravinsky, un conjunto estrambótico de esculturas que giran y expulsan agua en todas direcciones.
Pont d'Arcole
Desde el Centro Pompidou, hemos cruzado la Place de l'Hôtel de Ville, el Pont d'Arcole y la rue d'Arcole para visitar Notre-Dame. Y nos encontramos con esta imagen desde el puente. Al fondo, la Conciergerie.
Las vistas desde las Torres de Notre-Dame
Ha sido la primera vez que hemos subido a las torres de Notre-Dame. En algún otro viaje, nos asustaron las colas para poder subir, pero en esta ocasión, teníamos claro que soportaríamos lo que hubiera que soportar. No sé si fue una hora y media, o algo más, para poder comenzar a subir las escaleras circulares de la torre. Pero es ... espectacular !! Las vistas de París son magníficas, así como las propias vistas de la Catedral. Quasimodo vivía en un lugar privilegiado. Por otro lado, una gozada tener a tu altura a las gárgolas.
La Conciergerie
Situado dentro de la Île de la Cité, este monumento representa el poder real de otros tiempos. Actualmente es el Palacio de Justicia, los tribunales de la ciudad.
En el siglo VI, Clodoveo, primer rey de los francos, instala aquí su residencia real. Cinco siglos después, Hugo Capeto, primer rey de los capetos, establece en el palacio su consejo de administración. En el siglo XIV, Felipe IV continúa las obras realizadas por su abuelo, el Rey San Luis, y hace de la residencia un palacio, convertido en símbolo de la monarquía y sede del Parlamento de París. Sin embargo, a finales del siglo XIV, Carlos V cambia su residencia con motivo de los asesinatos de varios consejeros, y encarga a un intendente o "concierge" que administre el Palacio, y lo gestione como prisión. Durante la Revolución Francesa, se instala aquí, en marzo de 1793, el Tribunal Revolucionario. Sus alas fueron las celdas donde los prisioneros entregaban sus pertenencias y se preparaban para la guillotina. Después se los escoltaba hasta el patio, donde aguardaba la carreta que los llevaba a la plaza de la Revolución (hoy plaza de la Concordia). Durante la Revolución, 2.780 personas fueron guillotinadas, entre las que se encuentra María Antonieta, quien pasó 76 días en una celda antes de su decapitación. Puede visitarse el lugar donde estuvo encerrada, acondicionado como si fuera la celda de entonces, conforme a la información de la época, y una capilla conmemorativa, reconstruida posteriormente en 1815, donde en cierto modo el pueblo francés pide perdón por la atrocidad cometida hacia esta reina.
Sainte-Chapelle
El Palacio de la Cité, residencia y sede del poder de los reyes de Francia desde el siglo X hasta el siglo XIV, alberga la Conciergerie y la Sainte-Chapelle. Luis IX (rey desde 1226 hasta 1270, y futuro San Luis) hace edificar la Sainte-Chapelle entre 1242 y 1248 para conservar las reliquias de la Pasión de Cristo. Las Sagradas Reliquias habían pertenecido a los emperadores de Constantinopla desde el siglo IV. La más conocida de ellas es la Corona de Espinas, adquirida en 1239 por una suma que supera con creces el coste de la construcción del propio edificio. Hagamos un esfuerzo: pagó 1'3 millones de francos en el siglo XIII, y la capilla costó 400.000 francos. Al comprar las reliquias, Luis IX incrementa el prestigio de Francia y de París, que se convierte a los ojos de la Europa medieval en una "Nueva Jerusalén", y por tanto en la segunda capital de la cristiandad. El rey quería que el edificio tuviera la luz y la orfebrería de un relicario, y el resultado fue esta obra maestra de la arquitectura gótica.
Durante el periodo revolucionario, la Sainte-Chapelle, símbolo del derecho divino de los reyes, sufre numerosos deterioros. Las reliquias se trasladaron a Notre-Dame. Algún tiempo después se usó para almacenar harina, después como depósito para los archivos de los tribunales, hasta que en 1937, ya totalmente en ruinas, el Estado se hace cargo de ella y se restauró. Parece verdaderamente un milagro que se mantenga aún en pie y que podamos visitarla.
Las piezas más resistentes de la Sainte-Chapelle son, precisamente, sus vidrieras policromadas: una Biblia gráfica con 1.134 escenas del Viejo y Nuevo Testamento.
La Capilla está dividida en dos niveles. La capilla inferior está dedicada a la Virgen María, y era para el personal del palacio. La capilla superior estaba unida al palacio por una pasarela exterior para que el rey y su séquito pudieran acceder directamente. Desde el principio, las reliquias se situaron en la capilla superior, de modo que sólo accedían a ella el rey y sus allegados. La característica más llamativa de la capilla superior es su transparencia: las vidrieras y los grupos de columnas elevándose hacia el techo hacen creer que no existen muros.
Sacré-Coeur
La siguiente visita del día de hoy ha sido la Basílica del Sagrado Corazón. Al bajarnos del metro, nos encontramos literalmente con una marea humana que subía hacia esta catedral neobizantina. Fue construida después de la guerra franco-prusiana de 1870-1871, como acto de penitencia para expiar los pecados y las atrocidades cometidas durante esta guerra, y está dedicada al Sagrado Corazón de Cristo. Su punto más alto es el segundo de la ciudad, después de la Torre Eiffel. Así, de nuevo nos encontramos con unas preciosas vistas de París desde las balconadas que hay en la puerta principal.
Arco del Triunfo
Por primera vez, hemos subido a la terraza del Arco del Triunfo. Ha sido impresionante. Se nos hizo prácticamente de noche, y no pudimos estar más tiempo porque el frío era tremendo. Desde arriba se aprecia la forma de estrella de la Place de l'Étoile: las doce avenidas que parten de la plaza, como las doce puntas de una estrella.
Y desde dentro y desde arriba sí que aprecias la dimensión de este arco triunfal. Tras la batalla de Austerlitz en 1806, Napoleón dijo a sus soldados: "Regresaréis a vuestros hogares bajo arcos triunfales". La intención era que el monumento dominara París, de ahí que, en lugar de construirlo con tres ojos, como son los arcos triunfales más comunes, tuviera un solo ojo central, poco elevado, y las superficies lisas de los pilares permiten que el monumento pueda verse desde lejos.
Se terminó de construir en 1836, por lo que finalmente resulta ser un homenaje a todos los ejércitos de la República y del Imperio.