lunes

2 de enero de 2012: Madrid


Museo del Prado: Exposición del Hermitage

Nos hemos levantado bien temprano y hemos ido en coche por la autovía de Extremadura hasta Móstoles, donde cogimos un cercanías a Atocha. El objetivo: ver la exposición del Hermitage en el Museo del Prado.
Teníamos la visita para las 3 de la tarde, así que hemos pasado la mañana en el centro de Madrid, paseando por la Puerta del Sol y la Plaza Mayor. Hemos almorzado en una pizzería que hay en la calle de los Coloreros, una de las bocacalles de la Calle Mayor. Y por consejo de la camarera, hemos ido andando hasta el Museo del Prado, bajando la Puerta del Sol, luego la Carrera de San Jerónimo, hasta llegar a la Fuente de Neptuno. Nos dio tiempo de pararnos un rato a hacer fotos en el Congreso de los Diputados.










Entramos sin problemas en el Museo a la hora convenida. Y desde el primer momento empezamos a sorprendernos con esta exposición de los tesoros del Hermitage.


En la planta baja de la zona de la exposición, se encuentran, en primer lugar, pinturas para que nos situemos a nivel histórico en todo lo relativo a la época, fundadores y construcción del palacio museo del Hermitage de San Petersburgo: en primer lugar, Pedro el Grande levantó el primer Palacio de Invierno entre 1754 y 1762; posteriormente, Catalina la Grande añadió el Pequeño Hermitage y el Gran o Viejo Hermitage, para albergar las colecciones imperiales de arte (1771-1787).
El uso de la palabra francesa ermitage, que significa "lugar apartado", refleja la condición de privacidad de esta colección de arte.
Los primeros cuadros que nos llaman la atención son los que nos presentan los interiores del Palacio con un realismo y un detalle asombrosos, como esta biblioteca del Hermitage, donde casi se pueden leer los títulos de los libros en los estantes.




Biblioteca del Hermitage, de Alekséi Vasíleivish Tiranov
(1826)


La siguiente sala que nos llama la atención muestra los hallazgos arqueológicos de las excavaciones realizadas a partir del siglo XVIII. La sala lleva por nombre "El oro de los nómadas de Eurasia". Y especialmente bello es este peine coronado por un grupo de tres luchadores, dos de los cuales consiguen derribar el caballo del tercero. La composición está situada sobre un friso que contiene cinco figuras de leones.










En el piso de arriba, se encuentran cuadros de los siglos XIX y XX. Tras la revolución rusa de 1917, se nacionalizaron múltiples colecciones privadas de diferentes familias aristocráticas. Posteriormente y hasta la actualidad, la colección de obras del Hermitage se ha ido ampliando con diferentes fórmulas: el estado ruso seleccionaba y trasladaba obras desde otros palacios y residencias hasta el Hermitage, así como desde otros museos que a su vez se crearon con las colecciones de otros particulares; también diferentes artistas o familiares de artistas, cedieron obras al museo; más recientemente, el estado ruso ha comprado diferentes obras de vanguardia.


Me quedo con esta Mujer con sombrero negro, de Kees Van Dogen, de 1908: el rostro redondeado, los ojos grandes y achinados, los labios carnosos, las cejas perfiladas.
















De toda esta exposición, nos ha quedado claro que la mejor joya del Hermitage, es el Hermitage mismo, el palacio, por lo que queda pendiente un viaje a San Petersburgo. Todo se andará.




Salimos de la exposición sobre las cinco y media de la tarde. Nos fuimos a dar un paseo por el centro de Madrid, con las luces de Navidad.




Y sobre las nueve de la noche nos volvemos, cansados pero con una sonrisa en la cara, a Cabrero, para dormir.